Facundo
Ortega Peña, Rodolfo, 1935-1974.
Facundo y la montonera.- Buenos Aires : Ediciones del Pensamiento Nacional, 1999.
Facundo y la montonera.- Buenos Aires : Ediciones del Pensamiento Nacional, 1999.
Solicitar por: V 32 B1852
Comentario
Facundo y la montonera fue publicado
por primera vez en 1968. La dictadura de Onganía impuso a sus jóvenes autores un alto en su vida de
abogados y militantes políticos que aprovecharon para incursionar de manera sostenida y conjunta en la investigación
histórica. El tema, Facundo Quiroga. Se
trataba justamente de mostrar al "otro", repudiado por el relato
sarmientino y elidido de la historia oficial, de rescatar a las masas de
la oscuridad de la barbarie. Bajo la
advocación de la verdad, la historia argentina, hechura de los vencedores, escribió solo los nombres de aquellos
que contribuyeron al proyecto centralizador de Buenos Aires, hábilmente
despojados de incertidumbres o duplicidades. Caudillaje, masas, gauchaje,
proteccionismo... eran rémoras de un pasado
que había que desterrar, obstáculos frente al mito del progreso y la civilización. El riojano de melena tupida y
bigote renegrido fue la encarnación del
antihéroe.
Profesionales lúcidos
y rigurosos, Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde se propusieron superar
el revisionismo e inscribir su trabajo en las pautas de cientificidad de la
historia moderna: acopiaron y transcribieron una rica documentación y analizaron exhaustivamente la relación
caudillo/masas y el entramado
financiero de las minas de Famatina. No esperaban sin embargo que las fuentes hablaran por si solas. Tenían
plena conciencia de que el tiempo del
historiador integra el tiempo historiado. El producto fue este libro que, a lo
largo de tres décadas, se ha convertido en
una referencia obligada para quienes se acercan a la singular figura del
Tigre de los Llanos.
A traición como Facundo, en otro contexto y en
1974, Rodolfo Ortega Peña fue asesinado por la Triple A.
La obra quedó cristalizada por decisión de su compañero y coautor, Eduardo Luis Duhalde aun cuando –como él lo
admite en el prólogo– ciertos análisis
o juicios podrían revisarse. Narrado desde una perspectiva militante, este trabajo recuerda los ineludibles lazos
entre historia y política. La escritura de la historia –afirmo M. de
Certeau– permite a la sociedad darse a sí misma un presente; hace muertos para
que haya vivos, redistribuye el espacio de
los posibles. Tal vez la historiografía que hoy insiste en negarse como
práctica, o se interna en vericuetos irrelevantes y aislados, sea funcional a una época donde la caída de los héroes
ha llevado al olvido de todo aquello
de lo que eran símbolo. Celebramos entonces la reedición de esta obra
sobre la polémica personalidad de Facundo, cuya vida alentó pasiones desbordantes.
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